Como en casa de la abuela
Una de las cosas que más echo de menos desde que vivo en Italia son esas comidas copiosas en familia que mi abuela hace con mucho esmero y paciencia y todos tanto disfrutamos.
Pues bien,
a falta de mi abuela en Italia he encontrado un restaurante a las afueras de
MILANO regentado por una entrañable nonna (abuela) italiana que suple todas mis
carencias culinarias familiares. Mi visita a este restaurante fue tan agradable
que no quería dejar de contárosla. La reserva la teníamos a las 12:30h del
mediodía y ya previendo lo que nos íbamos a encontrar, ese día no desayunamos. El
restaurante es una osteria tradizionale llamada Righini, ubicada en el pequeño pueblo
de Monteleone, a 20 minutos de MILANO. Un lugar recóndito que he podido conocer
gracias a la guía slow food, de la que ya os he hablado en alguna ocasión.
El menú no dispone de carta lo que
lo hace todavía más interesante. Un total de 20 platos formaron parte del menú.
Se empieza con seis antipastis entre los cuales hay parmiggiano y lardo, pimiento y cebolla
confitada, albondiguillas, culatello, salamella y carne cruda. Después se pasa
a los primeros, mis preferidos, a base de pasta fatta in casa, con tipos de
raviolis, uno relleno de carne y otros rellenos de espinacas, ricotta con una
salsa de burro y salvia, pasta al pesto y pomodoro y un risotto de espárragos
verdes. Los segundos son platos compuestos de carne, coniglio all’aceto, roast-beef
italiano, pollo con vino y vitello al sugo con polenta y gorgonzola, caracoles
y funghi. Y para acabar, un sorbete de fresa para bajar la comida y una torta
al mascarpone con gelato e cioccolato exquisita! Estaba todo tan delicioso que
no podía decir que no a nada. Evidentemente los platos no eran porciones normales,
eran piccoli assaggi (pequeñas porciones para degustar). Sin embargo si querías
más cantidad de algún plato en concreto bastaba con decirlo a la gentil señora
que te servía con una bandeja de plata como antaño. Sus platos están compuestos
por productos de temporada, por lo que si vais ahora encontraréis alguna variedad
distinta, ya que mi visita fue a finales de abril.
Sólo me queda deciros que fue un espectáculo culinario que duró 4 horas! Impresionante, no? Pues su precio todavía lo era más! Por toda esta comida de calidad pagamos 37 euros, incluidos los vinos ( de cosecha propia), grappa y cafés. Restaurante de pueblo con precios de pueblo, así sí que da gusto!! Un sitio de lo más auténtico al que no podéis dejar de ir.